Acudir al médico es exponerse a ser evaluado, lo cual conlleva una dosis de nerviosismo, dentro de lo normal. Pero si además, se somete a observación lo más recóndito de la intimidad del cuerpo, algunas empiezan a retrasar su cita con el ginecólogo, vencidas por el pudor y el miedo.
Esta actitud es más frecuente en mujeres de entre 20 y 30 años, que a pesar de mantener relaciones sexuales, postergan la revisión por temor a lo desconocido, a un posible dolor en el examen, o a preguntas indiscretas sobre su sexualidad. Evitan la visita, y ante dudas sobre anticonceptivos o dolores menstruales se asesoran en Internet, con amigas o en la farmacia.
Desde que se inicia la vida sexual hasta que se asiste a la revisión ginecológica transcurre un espacio considerable de tiempo, en el que la mujer refuerza sus miedos irracionales y aumenta la probabilidad de tener infecciones o molestias menstruales , que no pueden ser atendidas adecuadamente, y van en detrimento de su salud física y sexual.
Si te sientes identificada, te aliviará saber que:
-El miedo a un reconocimiento “invasivo” no es justificado, pues el instrumental ginecológico no es mayor que las dimensiones del tampón o el pene.
-Si eres menor no temas, que hoy en día lo más probable es que el profesional haga salir a tu madre en algún momento para poder evaluarte con tranquilidad e intimidad.
-Manifiesta abiertamente que estás nerviosa, no tienes por qué disimular. El profesional está acostumbrado, lo entenderá y te tranquilizará.
-Utiliza el humor. Aunque la postura es incómoda, intenta ver la parte cómica de la situación. Ofrécele un mechero al médico por si no encuentra lo que busca en la cueva. No esperes ninguna clase de equitación gratuita cuando te pida que pongas los pies en los estribos.
-Detrás de los nombres complejos hay técnicas sencillas. (la Papanicolao conocida citología) es una prueba por la que te extraen con una espátula una muestra de tejido del cuello uterino para descartar que haya alteraciones celulares o infección del virus del papiloma humano
Piensa que el ginecólogo no está para juzgarte, sólo para examinarte y resolver tus dudas. Si tienes molestias, cambios en tus reglas, y mantienes relaciones sexuales, tienes razones para ir.
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